miércoles, 18 de mayo de 2011

Mago Gíró


Cuentos para jugar
Autor: Gianni Rodari

Mago Giró


Había una vez un pobre mago que se llamaba Giró. Parece un contrasentido: en los cuentos no encajan juntas la palabra mago y la palabra pobre. Pero aquel mago, a pesar de ser un auténtico mago, era muy pobre porque hacía algún tiempo que no tenía clientes.

—¿Será posible —se desesperaba— que ya no haya nadie que me necesite? Hubo un tiempo en el que tenía tantos clientes que no alcanzaba a atender a todos. Unos venían por una magia, otros por otra. Y yo, no lo digo por presumir, de magia sé mucho... Voy a irme a dar una vuelta por el mundo a ver qué ha pasado. Si ha aparecido un mago mejor que yo, quiero conocerle.

Dicho y hecho, el mago empaquetó sus cosas más preciadas —la varita mágica, el libro de los encantamientos, dos o tres polvillos milagrosos— y se puso en camino.

Andando y andando, al caer la noche llega ante una casita. Llama. Toc toc.

—¿Quién es?
—Amigos, señora, amigos.
—Oh, muy bien, entonces entre. Vienen tan pocos amigos a verme. Acomódese. ¿Necesita algo?
—¿Yo? No, señora, no necesito nada; a lo mejor es usted quien me necesita a mí. Sabe, soy un mago, me llamo Mago Giró.
—¿Un mago? ¡Qué maravilla!
—Un mago, sí. ¿Ve esta varita? No lo parece, pero es una varita mágica: si digo dos palabritas, dos palabritas que sólo conozco yo, descenderá una estrella a iluminar su casa...

En este momento la señora lanzó un gritito:

—Uy, a propósito de luz, voy a encender. Estaba aquí sola con mis pensamientos y ni siquiera me había dado cuenta de que estaba oscureciendo. Perdóneme. ¡Ya está! ¿Qué me decía a propósito de luz?
Pero el mago estaba demasiado estupefacto para poder continuar la conversación. Miraba la lámpara boquiabierto, como si se la quisiera tragar.
—Pero..., señora, ¿cómo lo ha hecho?
—¿Cómo lo he hecho? He apretado el interruptor y la lámpara se ha encendido ¿no? Una gran cosa la electricidad.

Mago Giró registró en su mente esta palabra nueva: «la electricidad; ésta debe ser la maga que me hace la competencia».

Después se armó de valor y continuó:

—Pues, señora, le estaba diciendo que soy un mago y sé hacer una infinidad de magias. Por ejemplo, metiendo un poco de este polvito en un vaso, puedo hacerle oir la voz de una persona lejana.
—Uy —gritó de nuevo la señora—. Me ha hecho recordar que tengo que telefonear al fontanero. Me perdona un momento ¿verdad? Aquí está el número. ¿Oiga? ¿Es el fontanero? Menos mal que le encuentro. ¿Puede pasar mañana por la mañana por mi casa para arreglarme la lavadora? Gracias. No deje de hacerlo. Gracias, buenas noches. Ya está.

Mago Giró tuvo que tragar dos o tres veces antes de recuperar la palabra.

—Señora, ¿con quién hablaba?
—Con el fontanero, ¿no lo ha oído? Es una gran comodidad el teléfono...

El mago también registró en su cerebro esta palabra: «Otro mago del que nunca había oído hablar. Qué barbaridad, cuánta competencia...».

Luego dijo:

—Escuche, señora, si necesita ver a alguna persona lejana como si estuviera aquí, en esta habitación, no se ande con rodeos: llevo otros polvos mágicos mediante los cuales...
—¡Cielos! —chilló la señora interrumpiéndole—. Hoy estoy francamente distraída. Me había olvidado de encender el televisor para ver el concurso desde aquí. ¿Sabe que mi hijo es campeón en descenso. Voy a encender en seguida, a lo mejor todavía llegamos a tiempo... Pues sí, vaya suerte, es aquél de allí, aquél es mi hijo, el que recibe todos esos apretones de mano. Se ve que ha vuelto a ganar. ¿Ve qué guapo es? Y pensar que casi me pierdo la transmisión. Menos mal que me lo ha recordado. ¿Sabe que es verdaderamente un mago?
—Sí, señora, ya se lo he dicho, Mago Giró.
—Ah —exclamó la señora sin escucharle—, qué gran cosa la televisión.

El pobre mago se hizo repetir dos veces la palabra para estar seguro de que su cerebro registraba sin errores. Mientras tanto reflexionaba: «Otra maga de la competencia. Ahora empiezo a comprender por qué el trabajo es tan escaso; con todos estos magos en circulación...».

Luego, pacientemente, volvió a ofrecer sus servicios:

—Entonces, escuche, señora, como le iba diciendo, soy un gran, un famosísimo mago. He entrado para ver si podía serle útil en algo. Mire, eche una ojeada, este es el libro de los encantamientos y de los conjuros, esta la varita mágica...

 



Primer final

No es necesario decir que Mago Giró no cerró ningún negocio aquel día. El mundo había cambiado demasiado desde los tiempos en que lo recorría regularmente, como viajante de comercio especializado en magia. Tras la lámpara, el teléfono y el televisor, el pobre mago descubrió cien maravillas más que en otros tiempos habrían dado trabajo a mil magos y, en cambio ahora, las tenía en casa la gente normal y las dirigía oprimiendo un botón.
El mago decidió informarse mejor sobre las cosas del mundo, para lo que compró un montón de periódicos. Así descubrió que la competencia aún no había llegado a muchas partes del planeta. Todavía quedaban lugares sin luz eléctrica, sin teléfono, sin comodidades, habitados por pobre gente que no tenía dinero para comprarse las magias modernas.

«Estupendo —pensó el mago frotándose las manos, de las que inmediatamente brotaron un sinfín de chispas—. Iré a esos países, allá aún tengo mucho que hacer, allí aún debe sentirse respeto por los buenos viejos magos de otro tiempo.»

Segundo final

El mago, al oír a la vieja señora y observar su casa y las máquinas que tenía, se dio cuenta de que en el mundo moderno ya no había lugar para los antiguos encantamientos.

—Los hombres se han hecho unos vivos —se decía— y han inventado toda clase de tretas en las que los magos ni siquiera habíamos pensado. Querido Giró, hay que adaptarse. Es necesario ponerse al día, como se dice ahora. Dicho de otra manera: o cambias de profesión o se te avecina una vejez difícil.

Como no era tonto, Mago Giró trazó su plan en dos o tres días de exploración y reflexión. Alquiló un gran local, se puso a vender aparatos electrodomésticos, incluso a plazos, y en poco tiempo se convirtió en un rico negociante, se compró un coche, un chaletcito y, en el Lago Maggiore, un barco de vela y los domingos salía de paseo por el lago. Si no hacía viento no se preocupaba: hinchaba la vela mediante una pequeña magia y en pocos minutos iba de Stresa a Canobio. Nunca puso motor, para ahorrar el dinero de la gasolina.

Tercer final

¡Qué lección la de aquel día para Mago Giró! Si hubiera sido un tonto se habría desanimado. Pero no era tonto. Comprendió que las maravllas descubiertas en casa de aquella señora no eran obras de magia sino descubrimientos científicos. Y como tenía también mucha imaginación, se dijo:

—Mira las cosas que han inventado los hombres sin la varita mágica, sólo con el cerebro y el trabajo de sus manos. Pero a saber cuántas se podrán inventar todavía. Voy a presentar mi dimisión como mago, convertirme en un hombre corriente y estudiar para descubrir algo nuevo.

Para presentar la dimisión de mago no fue ni siquiera necesario que escribiese una carta a la sociedad de magos. Bastó con que tirara a la primera cuneta de la carretera el hatillo con sus chirimbolos encantados, ya inútiles. Después se encaminó hacia su nueva vida más ligero y contento.

El final del autor

El primer final es flojo: los países atrasados no necesitan de magos sino de la ayuda de los pueblos más afortunados. En el segundo final el mago se nos presenta como un egoísta: lo descarto. Me gusta el tercero porque el mago no siente miedo a recomenzar su vida desde el principio.

Actividad

         En grupos de tres, cada una tenía una forma de trasmitir literatura, amí me había tocado lectura, decidí hacerla de algo divertido, ya que es la forma de trasmitir literatura más sosa y más aburrida para los niños, porque el Cuentacuentos interactúa más con ellos, tiene más recursos para que le sigan la historia, hace preguntas, pone voces a los personajes,... y por otro lado la narración con libro, te hace estar muy pendiente de las ilustraciones y así no te pierdes cuando narran el cuento. Se me ocurrió acudir a Gioanni Rodari, ya que sus libros tienen diferentes estrategias que hacen que de un modo u otro la gente también participe en la lectura, y no sea tan aburrida, por eso elegí un cuento con la posibilidad de varios finales, aunque fuera un poco largo.

         En clase mis compañeras me han comentado que le ha gustado que elegiera una lectura con varios finales, ya que así amenizaba más la lectura, también les ha gustado como leo y la entonación que le pongo a leer, al principio no me di cuenta y puse voces, ya que no me acordaba que no era lo más correcto, ya que la lectura, tiene que ser lo más parecido a la lectura adulta, y nosotros cuando leemos en " voz baja", es decir, para nosotros, no vamos poniendo voces a los personajes. Pero luego la segunda vez lo corregí y me salió mucho mejor la lectura que la primera vez, además en la primera vez casi no miraba a las que me escuchaban y eso invita más a que si fueran niños se perdieran en la lectura, pero también lo corregí para la segunda vez que leí. Se puede aplicar en mi caso que cuanto más hace una cosa mejor te sale.

          Por otro lado, me encantaron el Cuentacuentos y la narración con libro que hicieron mis compañeras.

1 comentario:

That´s all folks!!