“El nonsense, un arma contra las mentes cuadradas”.Consuelo Armijo
“¡Vaya usted a saber los disparates que nos pueden estar transmitiendo la créme de la intelectualidad hoy en día; lo que nos pueden engañar nuestros ojos, que ven con toda claridad cómo el sol se marcha (por el oeste, para más señas); las atrocidades que lo que llamamos “lógica” nos puede hacer creer, o casi peor, las maravillas que nos está ocultando!”
He decido comenzar la reflexión de la actividad a partir de este párrafo, ya que me ha encantado la reflexión de la autora, me hace gracia la cantidad de personas que pasan por el mundo sin preguntarse el por qué las cosas o porque creen a personas sin cuestionarse sus respuestas, y las pocas personas que se preocupan por saber más y se cuestionan preguntas sobre el mundo e intentan dar respuestas de este, como Newton al descubrir la gravedad. Como bien refleja el texto, menos mal que Galileo se cuestionó que el sol no se escondía todos los días y se dio cuenta que éramos nosotros los que girábamos en su entorno, y despues hubo alguien que apoyo su respuesta y no se conformo con el no que recibió primero. Yo admiró esas mentes abiertas que gracias a la imaginación son capaces de buscar soluciones a respuestas que unos ni se plantean y simplemente asumen.
Me encantan los autores como Lewis Carrol que intentan imaginarse otro mundo al intentar darles respuesta a este, como ocurre en su obra “Alicia en el país de las maravillas”. Este en realidad se llamaba Charles Lutwidge Dodgson, y a pesar de vivir en una familia con descendencia eclesiástica y militar, era un buen pensador lógico y matemático.
Quién dice que un futuro como él describe en su historia los gatos no hablaran o los conejos no llevarán relojes, pues antes era inimaginable hablar con alguien que estuviera en otra habitación mismamente y la estuvieran viendo, la videollamada hace unos años era para cuentos y fantasías.
Hablando de este autor me parece curioso saber de dónde venía su seudónimo, pues bien en 1856 publicó su primera obra con el seudónimo que le haría famoso: un predecible poemilla romántico, «Solitude», que apareció en The Train firmado por Lewis Carroll. El sobrenombre lo creó a partir de la latinización de su nombre y el apellido de su madre, Charles Lutwidge. Lutwidge fue latinizado como Ludovicus, y Charles como Carolus. El resultante, Ludovicus Carolus, regresó otra vez al idioma inglés como Lewis Carroll.
Estoy totalmente de acuerdo con la autora del texto, deberíamos seguir abriendo la imaginación a los niños y nosotros mismo nunca deberíamos de perderla, también deberíamos potenciar esas preguntas que nos hacen los niños que para ellos no tiene sentido, como cuando se va el sol, y el cielo se vuelve rosa, debemos potenciar esas respuestas para el que el día de mañana estos niños respondan a preguntas que por hoy no se han podido responder y así en un futuro podremos seguir imaginando, pero cosas que aún no se han conseguido, como plantar una habichuela, como la del cuento, en cada pueblo pobre y que crezca hasta el cielo y allí encuentren un huerto con comida que nunca se acabe.
Perfecto, perfecto y perfecto!!!
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